El Chopo a sus 32 años sigue vivito y rockeando

Este sábado 6 de octubre será la fiesta de 32 Aniversario del Tianguis Cultural del Chopo, que en esta ocasión contará con las actuaciones en vivo del grupo Motor y Vantroi, además de una banda española, que los locatarios desean que sea sorpresa para los asistentes, pues seguramente de anunciarse la convocatoria sería mayor.

La cita es a partir del medio día en las instalaciones del Chopo, en el área de conciertos, que se ubica en la calle de Aldama, Col. Buenavista. El cartel lo completan Los Jijos del Maiz (la banda de Paco Barrios “El Mastuerzo”), Royal Club, Jorge Belmont y Atoxxxico.
El Chopo, como se conoce normalmente a este mercadillo rockero, ha registrado varios cambios dentro de su estructura al pasar de los años.

Por ejemplo, ha quedado atrás el trueque, ese intercambio de discos, que fue uno de los principales motivos por los que llegó a convocar a los primeros melómanos, a principios de los años 80.

También se ve lejano aquel bastión contracultural, que en su momento fue tan motivante como la lectura de un texto anarquista en una aula universitaria. Hurgándole bien, aún en el Chopo hay una capa subterránea, aún van poetas a dejar sus libros para pasar más tarde por su cien pesos de la venta de 3 ejemplares.

Todavía existen los vinilos, los puestos especializados en rarezas del progresivo o del blues. Los metaleros haciendo circular el thrash, death, black, doom, y todo ese árbol genealógico que parte del heavy metal.

Allí permanecen los locatarios de hace 30 años, como el Zenen y esposa, con sus artesanías que han vestido durante años a metaleros, gruperos y cecehacheros. El inconfundible puesto de reggae con las tradicionales varas de incienso para la concentración.

Hay que sumergirse al fondo del tianguis, para ver ese otro mundo que aún vive; porque de forma superficial el Chopo es un bazar más, con algunos detalles impactantes, por ejemplo, hay blusas o chamarras o discos que por su precio bien puedes pensar que son Totalmente Chopero.

Muchos de los que ahora ofrecen mercancías son hijos o nietos de aquellos primeros pobladores, de esos que desde el 4 de octubre de 1980 ocuparon las instalaciones del Museo del Chopo, y cuando éste los eructó se quedaron en la calle, porque de la calle son y allí permanecen. Ese es otro de los aspectos que enaltece al Chopo, su resistencia.

Un abrazo rockero,
pues, a todos esos locos, que no supieron que estaban cimentado un mercado único, ahora los aferrados podemos gozar de ese rincón cerca del suelo y escarbar ese subsuelo, para seguir viendo que El Chopo es todavía una un barco al que vale la pena subirse.


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